Lloro


¿Qué es más intenso?

¿Ganar o perder?


Hoy es día.

Hoy es noche.

Hoy es adviento.

Hoy es merecimiento.

Es el tempum del eternum.

Del cuantum del estar contigum.


Son momentos en que pienso

¿Soy yo mismo?

O, ¿Soy lo otro?

Soy dominio.


Intrínsecamente dominium.

No hay excusa valida.

Soy.

Y es el universo inmenso quien lo avala.

Porque mi poder es más violento que la vara de un Moises.

Porque mis eyecciones cubren el cúmulo de la vía lactea.

Porque lloro.


A parejitas con Beethoven

Como lloro con The Rolling Stones.

Con Piazolla

Con la Violeta

Ahora.

Soy un llorón de jornada completa.

Pero siempre lloro.

Con la calandria y el ruiseñor.

Y la loica y el chercan.

Y el guaf guaf de mi perro diciéndome su amor.

Y el rugido del viento entre álamos y pinares.

Y el fragor de la marea entre roqueríos y arenales.

Y el ardor turbulento de la masa pregonando sus derechos.

Mi nariz humedecida es testimonio sempiterno

de mis emociones contenidas.

Y pienso:

Cuanto más lloraría si bien escuchar pudiera.

Solo el diamante de mis lágrimas

Coronan tanta mundana belleza.


Estúpido el que va llorando por la vida misma

Por sus lugares y situaciones


Quien tenga oīdos que entienda

Que la noche solo es noche

Por oscura y silente.

Por ajena, por impropia

Por desgastada y sonriente.

Porque el amor infecundo se solaza en su vientre.

Y la sonriza cautiva se despliega ausente.

Porque la voz de la que amo

Está siempre presente.

Piedad, no más yo pido

Piedad por quien acosa los retretes malolientes.

Si alguien dice que has muerto

Y tu nada sientes,

Entonces, créele.